Eslovaquia no debe convertirse en un patio de recreo para experimentos sociales y reeducación ideológica. Así lo dejó claro el gobierno del Primer Ministro Robert Fico mediante una enmienda constitucional.
Fuente: Report24.news; Heinz Steiner, 27 de septiembre de 2025

Con la mayoría de tres quintos necesaria, el Parlamento eslovaco aprobó una serie de cambios constitucionales que han sido recibidos con críticas por el establishment liberal de izquierdas de la Unión Europea. Noventa de los 150 diputados votaron a favor del paquete legislativo, que no sólo consagra la realidad de los dos sexos sino que establece límites firmes contra la ingeniería ideológica: nada de educación sexual sin consentimiento paterno, nada de gestación subrogada y restricciones a la adopción en favor de los matrimonios tradicionales. Al mismo tiempo, la Constitución se amplió para incluir el principio de «igual salario por igual trabajo».
En su discurso a los diputados, el Primer Ministro Fico no dejó lugar a dudas de que considera esta medida no sólo como un logro político interno, sino también como parte de una lucha de defensa cultural. Declaró: «Este es un escudo que hemos creado. El liberalismo y el progresismo están destruyendo Europa. Pero estamos demostrando que no permitiremos que Bruselas nos dicte si existe un tercer, cuarto o quinto género.» También expresó su gratitud a los diputados de la oposición que apoyaron estos cambios.
Como era de esperar, se produjo una protesta internacional. Amnistía Internacional lo calificó de «día negro» y habló de supuestas violaciones de los derechos humanos. La maquinaria burocrática de la UE también alzó la voz. Michael O’Flaherty, Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, ya había advertido a Eslovaquia de antemano que no violara sus «obligaciones internacionales». Sin embargo, lo que esto significa esencialmente no es más que una presión para que se someta a la agenda ideológica de las élites globalistas.
Sin embargo, la Europa conservadora dista mucho de estar muerta. Tras Hungría, Eslovaquia se ha convertido en el segundo país de la UE que saca tarjeta roja a la ideología de género. La pregunta que queda es: ¿cuántas naciones más seguirán este ejemplo y pondrán fin a tales experimentos sociales?





